Editoriales

Gaceta

Por: Raúl Terrazas Barraza

*Tipos de resultados electorales

En el supuesto de que más del 40 por ciento de los ciudadanos salgan a votar el primer domingo de junio venidero, hay la certeza de que los cargos de elección quedarán polarizados, es decir, no será un partido el ganón, sino varios de ellos, incluso, hasta dejan abierta la posibilidad de que, las organizaciones que son nuevas en el escenario electoral, sin saber cómo, se echarán a la bolsa alguna presidencia municipal.

En el otro escenario, a partir del cual menos del 40 por ciento de la gente vaya a las urnas, con el sufragio resultarán favorecidos los candidatos de dos o quizá de tres partidos políticos, en tanto que el resto, es decir, siete, se quedarán con el chiflido desde la loma.

Ahora que aparecen ante los grupos, en las colonias, en los mercados, en las calles y en cualquier tipo de evento las personas que quien ser vistas para ganar espacios en las encuestas que, sobre preferencias electorales llevarán a cabo las dirigencias de los partidos a fin de seleccionar a sus abanderados para la lucha electoral, los ciudadanos no pueden irse de bruces con el primero que llegue y les hable al oído, dado que, se trata de 10 partidos políticos, tres más de los que participaron en las votaciones del 2018 y del 2019 en los comicios locales.

En términos reales querrá decir que deben existir 10 candidatos para cada alcaldía, diputación local y Federal, esto es, 740 en calidad de propietarios, pero, con sus suplentes se elevaría a casi mil 500 y si deben de completarse los Cabildos de los 43 municipio, se hablaría de infinidad de candidatos, sin embargo, la cantidad será menor como consecuencia de las coaliciones que hagan los propios partidos políticos.

Para lograr el 40 por ciento de participación en las elecciones, los candidatos de todos los partidos tienen que realizar campañas de mucha penetración, porque no se trata de proceso con grandes ingredientes como la elección presidencial o las sucesiones de gubernaturas en el caso de Tamaulipas, pero, también de 16 entidades del país más en las cuales no habrá relevos locales.

El otro punto y que nada tiene que ver con la participación voluntaria de los ciudadanos en la elección, es el manejo que los partidos y sus candidatos quieran hacer de ellos al comprometerse a llevarlos a votar, como una forma de garantizar que el voto sea para la causa de aquellos que obtuvieron el sí de los ciudadanos para que el voto sea de ellos.

Al partido que dirige el ríobravense Edgardo Melhem Salinas, le sucedió hace muchos años, sacó a votar a los que suponía eran militantes y simpatizantes, pero, jamás previeron que pudiera resultar contraproducente esa acción, porque, al estar ante las urnas esas personas se vieron ante la disyuntiva de respaldar a quienes los invitaron o voltear a ver otras opciones y se fueron por estos últimos, situación que complicó las cosas y perdió varias alcaldías y posiciones en las Cámaras Legislativas.

También a otros partidos políticos les sucedió, por tanto, si de participación se trata, es mejor la natural, aunque se corre el riesgo de que más sufragios polaricen la elección y menos la hagan presa de dos o tres partidos, de manera que, las estrategias que definan poner en práctica deben de orientarse desde un principio una verdadera competencia de tal forma que la manipulación de la gente para forzar el triunfo en las elecciones locales es menos recomendable.

También los estudiosos de los procesos electorales creen que, para mejorar le nivel de participación de los ciudadanos en las elecciones, se requiere de mantener unidas las fórmulas de candidatos con las dirigencias de los partidos, porque, en la medida que se divorcien o que cada quien jale por su lado, en esa medida la participación en las urnas se reduce de manera considerable.

Este proceso electoral, e la mejor oportunidad para que los partidos puedan recuperar terreno con los electores, ya que, desde hace muchos años, los partidos políticos enfrentan el rechazo de los ciudadanos y de los electores por el solo hecho de ser los responsables de la política y, aunque los candidatos o las personas salvaron elecciones, al hacerlas participativas, la realidad es que no fue lo correcto, porque se quedó en el camino la ideología y los principios de políticos que les dieron forma y vida.

A ello se debe el saltadero de militantes y de candidatos de un partido a otro, es la modernidad, aquello que puede considerarse como la parte que siguió a la carga ideológica que tuvieron antes de la Reforma de 1977 y quizá unos 10 años después, en el entendido de que, de antes de los noventa a la fecha, la parte ideológica comenzó a perderse, hasta convertir a los partidos en instrumentos de uso ínfimo, al grado de degradarse a nivel de simples membretes que pudieron usar avezaos políticos que supieron movilizar a los grupos para ganar elecciones, entre los que pueden contarse, los Guajardo de Río Bravo o los Cárdenas de Matamoros.

Para que la gente salga a votar, es necesario que, al menos tres factores se conjuguen, buenos candidatos, partidos abierto y con mensajes correctos y mucha armonía entre aquello que se pregona, para que la gente pueda percibirlo de manera adecuada y defina bien su voto.

Las elecciones intermedias federales y locales, son una invitación al abstencionismo y eso deben de pensar los candidatos cuándo vayan a las campañas, de lo contario no podrán mover a las masas para que acudan a las urnas y entonces se hablará de procesos insípidos, desalentadores y de candidatos que ganan con una escasa cantidad de votos al grado de ser considerados como no legitimados.

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